Columna: Sofismas de ocasión

PAN de Migajón

Por Juan Ordorica (@juanordorica)

Las migajas se hacen más pequeñas; aun así, el PAN no cambia. Cualquier migaja es banquete para los “liderazgos” panistas. El blanquiazul se presta a publicitar la convocatoria de cambio de dirigente en Sinaloa. Eso no emociona a nadie, salvo unos cuantos que ya corren tras el último pedazo de pan que olvidaron en la mesa.

Desde hace algunos años, la sociedad se olvidó del PAN y el PAN de la sociedad. El espectacular partido opositor de nombres emblemáticos, hoy es un palero de otros partidos. La dignidad ya no alcanza ni para perderla, se evaporó. La política aliancista y la descarnada lucha por las plurinominales tienen a Acción Nacional al borde de la extinción. El panismo no existe. Los actuales “liderazgos” se encargaron de matarlo de inanición mientras engordaban un padrón de ovejas y zombis.

La dirigencia se renovará; Sebastián Zamudio ha sido una nulidad. Escribir su nombre es una pérdida de espacio. Nunca fue dirigente. Su período será recordado (u olvidado) como el más intrascendente en la historia del PAN en Sinaloa. Siguen nuevas elecciones, pero es todo. Viene un cambio de monos, pero no de modelo o de política al interior.

López Brito, Carlos Castaños, Adolfo Beltrán, Zenén Xochihua, Adolfo Rojo, Jorge Villalobos, Alejandro Higuera, Carlos Felton, Nadia Vega … et al simplemente se revolverán entre ellos y de ahí saldrá el ganador. Es como el dominó: mismas fichas, diferentes juegos. En lo personal, muchos de ellos merecen respeto absoluto como personas; no se puede poner en duda su honestidad o intenciones, pero son culpables de malas decisiones que no se deben seguir premiando con permanencia en los ámbitos del Poder Institucional. Es tiempo de que se hagan a un lado, de otra forma es una fiesta eterna con los mismos anfitriones; tal vez utilicen un nombre nuevo, pero las prácticas no cambian; se acentúan.

La sociedad está perdiendo un partido que fue creado para otorgar espacios de competencia política a ciudadanos de bien con formación humanista. El PAN nunca fue los militantes o sus dirigentes. El PAN era de la sociedad, quienes militan simplemente eran guardianes de la doctrina. Hoy cerraron la cortina y desprecian el origen de su concepción. El PAN sin la sociedad es un despojo, pero un despojo valioso. Hasta de la basura se saca riqueza y eso lo saben muy bien los “liderazgos” azules.

¿Renovarse o morir? Para algunos es preferible morir cuando renovar significa hacerse a un lado. Todos los panistas somos culpables de nuestra realidad. Algunos contribuimos con tres granitos y otros con cinco costales, pero nadie se salva de la ignominia. El PAN sólo puede ser salvado por la sociedad; no por los militantes del padrón.

En los próximos días veremos el reacomodo de fichas y repartición de votantes. Salvo que algo extraordinario suceda, Los Mismos serán los ganadores, tal vez no sea la dirigencia actual, pero los mismos siempre ganan. Se mimetizan y le llaman cambio. Los “liderazgos” del PAN no quieren cambiar, quieren engullir la última de las migajas y emparedarse en el último reducto ruinoso.