Horario de verano afecta a la salud y no se observan beneficios en la economía, coinciden expertos

CULIACÁN.- Como una decisión acertada y de impacto positivo, catalogaron el director de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Luis Alberto González García y el doctor en Ciencias Económicas Luis Armando Becerra Pérez, la decisión tomada en la Cámaras de Diputados de eliminar el cambio de horario de verano, y que se votará esta semana en el Senado.

En entrevistas por separado para conocer sus opiniones desde el punto de vista económico y de salud, ambos concluyeron que los beneficios en ahorro de energías jamás se percibieron y los trastornos en la salud eran evidentes porque las personas duraban hasta dos o tres meses para adaptarse a esta que fue una decisión de tipo económico.

“A nivel fisiológico, quitar horas de sueño sabemos que incrementa los riesgos en salud, por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, incrementos en la presión arterial, problemas en el metabolismo, en la nutrición, mayores trastornos en la alimentación, también en lo que son los cuadros psicoemocionales, mayores cuadros de depresión”, expresó González García.

El médico universitario sostuvo que hay estudios que demuestran que en la mayoría de población se presentaban efectos porque las personas, sobre todo con más susceptibilidad, tardaban meses en adaptarse al cambio de horario.

Para el doctor Luis Armando Becerra Pérez, investigador de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales la derogación del cambio de horario después de 26 años de haberse impuesto como un ordenamiento jurídico derivado por compromisos del Tratado de Libre Comercio, es sin duda alguna una medida positiva.

“Los beneficios que se prometieron realmente nunca los sintió la gente en el bolsillo dado que en la consulta que se hizo para derogar este ordenamiento jurídico, la mayor parte de la gente estuvo de acuerdo en eliminar el horario de verano”, comentó.

Puntualizó que la población no percibió en algún momento que pagara menos por la electricidad, ni que se redujera la inseguridad o los accidentes automovilísticos, como se prometió cuando se puso en marcha el cambio de horario en el año 1996